viernes, 13 de noviembre de 2009

¿Querés un mate?



Resumen (Porque este post viene largo, lo sé)
Sucedió un domingo. Y creo que los domingos me están gustando cada vez más en Buenos Aires. Después de un par de vueltas por el campus de la Universidad de Buenos Aires (UBA) donde funcionan las carreras de artes y diseño, encontré a esta familia hincha del San Lorenzo pasando su tarde. ¿Tomás mate?, me preguntaron. Dije que sí y me abrieron la puerta de su día familiar.

Y aquí vamos.
Estoy observando una charca natural que se forma en la parte trasera de Ciudad Universitaria, el campus de la Universidad de Buenos Aires para carreras relacionadas con el arte y el diseño. Un par de tipos pescan y sus novias ceban mate. Ven al horizonte, no hablan entre sí. De repente escucho el punteo de Sweet Child of Mine; alguien que no veo toca la guitarra acústica entre el matorral y en el fondo del camino aparece un Renault 12. Un niño corre adelante del carro, compitiendo con él. Podría ser una escena de película argentina rodada en la provincia de Buenos Aires. Llanura, silencio y auto viejo que en su momento fue colorido.

El auto estaciona cerca de la charca. El conductor, un hombre de 55 años, abre el baúl para sacar una caña de pescar y los dos niños que venían con él salen corriendo, saludan a otras personas que ya estaban aquí en el estanque. Yo tomo una foto de la escena y el hombre me mira como diciéndome ‘para qué sacás’, o por lo menos, así lo percibo. Me justifico, le digo que me gustó la imagen y que soy estudiante de fotografía. Entonces el hombre cambia su expresión de desconfianza y se presenta: su nombre es Ricardo y hace años también hizo fotografía con una Pentax réflex.

Me dice que recuerda la fotografía más linda que hizo. Era un amanecer en la playa del océano Atlántico, la marea estaba baja y se había hecho una especie de lago en la arena. El sol imponente que salía se reflejaba en el mar a lo lejos y también en el laguito, en primer plano.

- “Una vista hermosa, yo estaba con mi mujer” -me cuenta Ricardo y se hace un silencio de uno, dos segundos, casi puedo escuchar las olas a lo lejos. Pero él quiere conversar y me saca del pensamiento. Dice que esa foto la hizo con una camarita Nikon L35 AF2 que le regaló un amigo cuando se mudó a un apartamento. Como el nuevo ambiente era pequeño, regaló algunas cosas, entre ellas la cámara y un TV a color que todavía funciona.

Ricardo me presenta al resto de su familia. Sus tres hijos: Giselle (17), Diego (12) y Sofía (9); su hermano Hugo (45), su sobrino Leonel (8) y Lucho (58), el amigo de la familia.

-¿Vos tomás mate, Diana? -me pregunta Hugo, mientras sostiene la caña de pescar.
-Qué va a tomar mate la colombiana -responde Ricardo- ella toma café.
-Pero también tomo mate, con azúcar -le respondo. Entonces Ricardo salta hacia el carro, trae un canasto, inicia los preparativos. Trae termo, mate, bombilla y yerba.

Ocurre algo extraño, alista dos mates (recipientes). La costumbre es que se tome en uno solo. Incluso en mi salón de clases, donde somos 30 personas, tomamos en uno solo. Sin embargo, me quedo callada, no pregunto nada y recibo el primer mate. El primero: sinónimo de agua muy caliente, sorbo contundente y quemada de lengua. Con la lengua adolorida, decido preguntar.

-¿Por qué ceban dos mates?
-Y porque el tuyo tiene leche, me responde Giselle.
-¿Leeeeche?, le respondo mientras busco con horror el color blanco entre la yerba. Entonces Ricardo se caga de risa, por mi expresión, sabe que estoy asqueada.
-Es que es el primero para vos, ahora le voy a poner leche, a los nenes les gusta así, a mí también. ‘Mirá vos’, pienso.

Ante el anuncio de la bebida que esta por servirse, aparece Sofía corriendo con una camarita al cuello y yo no lo puedo creer. Es la vieja Nikon del papá, analógica y compacta. Ella hace una foto de su tío pescando y luego, del estanque con los patos. Tiene un rollo de 36 fotos y sólo le quedan 12, me pide que no le cuente a Ricardo porque el rollo se lo compró ayer. Sonrío, cómplice y le muestro mi cámara, le digo cómo acercar y alejar. Hay algo en Sofía que me cautiva, ella es muy parecida a ‘Belinda’, una niña que Alessandra Sanguinetti fotografió en el campo de Buenos Aires junto a su hermanita. Encierra tanto misterio como ella.

Ricardo y Hugo optan por la conversación adulta. Bueno, son adultos y yo también, aunque a veces no parezca. Así que hablamos de la inseguridad en Argentina, del conflicto colombiano y de las similitudes con los problemas argentinos. Llega Menem y la crisis de los 90 a nuestra tarde. Llega con sus cacerolazos y la historia del momento en que esta familia empezó a ser pobre.

Ricardo vendía artículos regionales, como le llaman aquí a las artesanías y tenía una pequeña empresa comercializadora. Con la crisis, muchos almacenes minoristas quebraron y estos eran los clientes directos de Ricardo. Después de un tiempo de insistencia y ante la necesidad, decidió cambiar de rubro.

El hermano de un amigo era distribuidor de artículos de fumigación de plagas. Así que Ricardo se animó a meterse en ese negocio y ahora se dedica al control de plagas en restaurantes y bares. Los horarios de trabajo son complicados: fumiga cuando cierran los establecimientos, es decir, en la madrugada, cuando la fiesta acaba.

-¡Y qué va a ser…es una lucha!, dice Ricardo.

Van pasando las horas y los pescadores han recogido sus anzuelos. Hugo, el pescador de la familia, dijo q no era una buena tarde para pescar así que se dedicó a practicar el lanzamiento del anzuelo una y otra vez, tirar y recoger. Eso sí, para la garza, el estanque y la tarde resultan perfectos. Viene, asecha a su presa, la atrapa y se va. Todos la observamos como quien ve un programa en Discovery channel.

Suena de nuevo la canción de Guns n’ roses y descubro que Diego es de la guitarra. Empieza a tocar ‘De música ligera’, la de Soda Estereo, y de todos, creo este es el contexto más argentino en el que la he cantado. Me emociono, la canto a grito herido con los otros pelados. Ellos se sorprenden de que me la sepa tan bien, se alegran y brincan conmigo. Cuando terminamos, Ricardo ya tiene todo listo para partir. Ellos son siete y como Giselle lo dijo, son una familia ‘rellenita’. Pero me llevan, dicen que nos acomodamos como sea, eso quiere decir: Sofía y Leonel al baúl, con las cañas de pescar. Apretaditos nos vamos hasta Plaza Italia, a 15 minutos de aquí. Hacemos un intercambio de teléfonos y prometemos volvernos a ver.

lunes, 19 de octubre de 2009

Delirios de funeral


“Diana: se murió Mercedes Sosa, yo me voy para el Congreso al funeral, ¿tú qué vas a hacer?”, esa fue la frase con la que Jaime, mi compañero de apartamento me despertó. No sé en qué rincón de mi cerebro estaba, pero me tomó unos cinco segundos regresar, sentir la tristeza y decirle a Jaime, yo también voy.

Mis vecinos escuchaban ‘Gracias a la vida’ y en mi computador, la página del YouTube tenía una lista de reproducción de diez canciones de Mercedes Sosa. En realidad no podía dejar de pensar en lo trivial que estaba por venir. Cada persona contaría de modo anecdótico lo que estaba haciendo cuando se enteró de su muerte, lamentaría su pérdida en dos frases, cantaría unas cuantas canciones para aumentar su pena y después, continuarían picando la cebolla del almuerzo, no sin antes averiguar por los pormenores clínicos.

Ir a “hacer la foto” no me pareció menos trivial. A la entrada de Congreso, una fila de dos cuadras era la antesala para visitar el féretro. Algunos fotógrafos se quejaban de lo difícil que resultaba hacer una buena imagen porque la gente no lloraba desgarrada o no había carteles ni bochinche. Y yo caminaba desubicada preguntándome qué tipo de imagen debía buscar…la lágrima a punto de brotar o algo más simbólico y respetuoso, de acuerdo al sentimiento que tenía por “La negra” y por su trabajo.

Por lo demás, el momento en que ingresé al Congreso fue de temblor de rodillas y sudor de manos. Ingresamos veinte fotógrafos en fila india, subimos tres pisos por una escalera del siglo pasado, ventanales con vitrales. Y a mí me faltaba el aire, creo que los latidos del corazón me quitaron la fuerza en las piernas y tuve que parar. ¿Qué me pasaba? Dos segundos de quietud (los de seguridad me ‘invitaron’ a seguir subiendo) me permitieron entender lo que me decía mi cuerpo. Tenía miedo, impresión de tener contacto con la muerte, de verla de frente, de sacarle una foto.

Y a la vez, tenía la certeza de no querer utilizar el permiso de entrar al Congreso para sacar la foto-informativa-del-suceso como si la que estuviera en el cajón fuera un comodín, la primera página del diario de mañana, el hueco sentimental para llenarle la memoria temporal al pueblo.

Y bueno, un par de cuestionamientos del tipo: “creo que no sirvo para esto del periodismo” y después, el típico paso atrás, la hipocresía aterrizando en mí: ahí estaba, apoyando mi cámara en la baranda, apuntando al centro de flores, desconociendo las malas miradas de los familiares. Miré a mis nuevos colegas con sus chalecos y teleobjetivos, su rostro de ‘somos profesionales’ me tranquilizó y adopté su expresión. Sujeté la cámara, enfoqué, disparé.

Fue entonces cuando la ambición se me despertó, ya no sólo quería el registro del funeral, sino que quería una foto interesante. Acomodo y reacomodo. Escuchaba a los otros fotógrafos ametrallar la escena y yo me preguntaba, para qué tantas imágenes iguales, de repente se acabaron los cinco minutos concedidos a la prensa, salimos como una tropa estruendosa y en el primer piso vi a una mujer de luto quejándose ante un guardia: ¿Cómo habían dejado entrar a tantos fotógrafos? Y el guardia le respondía: Era necesario, Mercedes era de todos.

Y hoy, cuando estoy a punto de publicar este post, busco la carpeta donde dejé las imágenes de ese día. Podría decir como quien explica un milagro, que las fotos desaparecieron por intervención divina o fantasmal. Pero no, en medio de una confusión, las borré. Con lo cual, ya no estoy ante la situación de decidir si publicar o no las dichosas fotos. No, no fui tan ética como para aguantarme las ganas de mostrarlas; pero no lo dudo: me gusta que haya quedado así. Adiós y descanse en paz la pachamama.

Posteo la carta que escribió Fito Paez para despedir a Mercedes Sosa.

miércoles, 14 de octubre de 2009

Del suspiro al ser



Dos de mis mejores amigas están embarazadas y van por el sexto mes. ¿Quiénes son ellas? Dos mujeres con realidades diferentes y expectativas que cruzan océanos. Una en cada orilla. La colombiana está feliz, orgullosa de sus mareos, echada en su cama, comiendo y obedeciéndole a su cuerpo que le demanda diez horas de sueño al día. No le preocupa. Hace cuatro meses estaba buscando un embarazo y desde la pubertad quiso ser mamá. Funciona con una lógica diferente: cuando me quejé hace par de meses de mi gordura, me dijo que no debía preocuparme, que esos kilos no eran más que la demostración de mi bienestar.

Mi otra amiga es la paraguaya. La que en marzo estaba desesperada preguntándose a qué se debería su mala suerte. La que se fumaba 20 cigarros al día y golpeaba a la puerta de su vecino el alcohólico cuando no tenía con quién tomarse unas polas. La veía tan cómoda en su vida que casi no pude creerle cuando me dijo que estaba cansada de encararla sola, de levantarse con una sonrisa para ir a un trabajo de mierda y regresar a su cama doble, a dormir sola. Estoy cansada, me decía. Y ahora, después de 23 semanas y dos días, sus dudas se despejaron. En realidad no sé si tanto sus dudas como sus incertidumbres. Tiene una certeza en la panza y problemas inmediatos qué resolver.

Una circunstancia une a mis amigas: las células se dividen con rapidez en su vientre, se duplica el ritmo cardiaco, mejoran los reflejos, aumenta la sensibilidad y el cuerpo les demanda incubar. Cada una viene de una esquina, una se fue de frente buscándolo, la otra se lo encontró. Y este es el punto en el que se juntan los caminos, creo yo, porque mis amigas venían de polos opuestos y ahora observo que sus conversaciones son monotemáticas y apasionadas: saltan del tema “qué nombre le pongo a mi bebé” al “no sabés lo que se mueve en la noche”. Los están esperando y por supuesto, los adoran. Agustina y Simón llegaron de esquinas diferentes de la existencia y ahora, la onda humana de sus mamás los hace hijos, pasaron del deseo y del encuentro a convertirse en lo más importante para estas dos mujeres.

martes, 6 de octubre de 2009

Mención en la foto del mes de ARGRAEscuela



Todos los meses la Escuela de los reporteros gráficos de Argentina, ARGRA, hace una selección de las mejores imágenes obtenidas por los estudiantes, para lo cual convoca a un editor en ejercicio. En esta ocasión Silvia Salinas, editora de fotografía del diario La Capital, de Rosario, fue la encargada de elegir la foto.

Y, oh sorpresa, esta vez el turno nos ha correspondido a los colombianos. La foto ganadora es la de mi parcero Carlo Iván Rodríguez (http://www.flickr.com/photos/bonappetit/) y en segundo lugar, estoy yo, con una de las fotos del reportaje del AMIA. Aquí va el link para el quiera ver la foto en su contexto ganador.

http://www.argraescuela.org.ar/new/fotodelmes.php

Posteo igual la foto, está en color, ustedes decidan si les gusta más así que en black and white.

lunes, 7 de septiembre de 2009

¡Aunque no sea de Chocó!


Cuando llegué a hablar con Goyo, la vocalista de ChocQuibTown, casi con vergüenza me preguntó si la podía esperar porque todavía no había almorzado. Eran las siete de la noche. ¿Cómo no te voy a esperar? Dale. Y me senté en la salita del hotel en la que pululaban los colombianos. Al otro día, sábado primero de agosto, este grupo de Hip Hop se presentaría en Buenos Aires, Argentina, ante un público de dos mil personas.

Me imaginé a Goyo comiéndo asado, bife de chorizo o a lo sumo, ravioles o pizza. No se demoró. A los 15 minutos regresó y me dijo que podíamos empezar la entrevista.

-¿Qué almorzaste?, le pregunté.
-Pescado sudado
-¿Pescado en Buenos Aires?
-El pescado no lo cambio por nada. Adonde vaya siempre pido lo mismo.

Hacía 15 días habían regresado de Bélgica y esta semana habían tocado en Caracas. En Argentina era la primera vez que se presentaban y de alguna manera el éxito estaba garantizado. A 24 horas del show la boletería estaba casi agotada. ¿Qué podrían escuchar los asistentes? Sin duda, Somos pacífico, pero también las canciones de Oro, su nuevo álbum, en el que participan integrantes de La mojarra eléctrica y La 33. La sorpresa de la noche sería una versión de Beat it, con la que harían un homenaje al Rey Pop.

Un antes y un después. ChocQuibTown en la casa.

Buena vibra, mi hermano!



Me preguntaron si en este blog sólo iba a postear fotos y videos de Buenos Aires. Y dándome un aire de editora dije, sí, claro. Pero bueno, dado que soy una mujer fácil de seducir, aquí va este video que me encontré por ahí. Gire dos veces si usted es feliz (Go around twice if you're happy).

miércoles, 2 de septiembre de 2009

15 años sin respuestas



El pasado 24 de agostó se realizó un acto para recordar el atentado contra la Asociación Mutual Argentina, AMIA, que hace 15 años causó 85 muertes en lo que se considera el mayor ataque con carro bomba en la historia Argentina y la peor agresión en contra de la comunidad judía después del holocausto.

Lejos de hacerse justicia, los implicados siguen libres. Si bien, la versión oficial argentina sostiene que el atentado fue planeado por el gobierno iraní y perpetrado por el Jezbolá, no se ha logrado la extradición de las personas involucradas en el caso. Es más, la semana pasada el presidente de Irán, Mahmud Ahmadineyad, designó a Ahmad Vahidi como ministro de Defensa, desconociendo el pedido de captura internacional emitido por la Interpol por su supuesta participación en el ataque contra la AMIA.

La designación fue rechazada por el gobierno de Cristina Fernández, quien le exigió a Irán que coopere “de manera plena con la justicia argentina”, mientras que el presidente de la Asociación de Familiares y Víctimas del atentado, Sergio Burstein, aseguró que la designación demuestra que Irán no tiene intención alguna de extraditar a las personas que solicita Argentina y por eso pidió una condena para ese país en la próxima Asamblea de Naciones Unidas.

Otro escándalo estalló hace dos semanas, cuando el jefe de gobierno de la ciudad de Buenos Aires, Mauricio Macri, anunció el nombramiento de Jorge Palacios como jefe de la policía de la Capital. Palacios es acusado de obstrucción a la investigación en su calidad de comisario de la Policía Federal cuando ocurrió el atentado. No obstante, tras dos meses de intensos cuestionamientos, Palacios argumentó razones personales y renunció al cargo.

El broche de oro en esta historia corre por cuenta del ciudadano colombiano Samuel Salman, de 43 años, quien residió en Argentina desde 1987 hasta una semana después del ataque. Salman es acusado de coordinar la llegada, estadía y fuga del grupo terrorista, así como de proveer la información requerida para coordinar el atentado.